lunes, 23 de febrero de 2015

Tan solo siete días.

No estoy nervioso. No señor. Tampoco ansioso. Bueno, ansioso un poco sí porque vivo ansioso, pero no soy boludo. En siete días (si San Expedito se pone las pilas y empieza a hacer ejercicios de Investigación Operativa) puede que para esta hora ya sea Licenciado. Aunque también puede que no y es mejor estar preparado. Uno debe prepararse para lo malo y dejarse sorprender por lo bueno.
Así que mejor mentalizarse y organizar el paso a paso de lo que será esa tarde nefasta.


A la hora, horita y media de examen ya vas a saber que la tarde viene gris. Te vas a dar cuenta que no entendés una goma de los enunciados pero por nada del mundo te levantes y entregues. Nadie te va a ayudar ni a dar una mano, pero quedate sentado ahí porque te conozco.
Vas a entregar el examen cerca de las tres de la tarde con resignación y con altura (esa que no se ve reflejada en tu metro setenta) y le vas a solicitar que te lo corrija porque con ese examen te recibís (a esta altura más “Mentira” que la canción de Valeria Lynch).
Te vas a parar fuera del aula con el corazón latiendo a mil por hora a punto de generarte un espasmo porque las esperanzas nunca se pierden y a pesar de ser consciente que existen mayores chances de ganar el Loto que de aprobar el examen esa tarde, uno cree en la divina providencia, y en que esa vieja con aires de superada tenga un poco de alma o un nieto al que le recuerdes.
Cuando la profesora parecida a Dolores Umbridge (personaje Harrypottense para los que no estén familiarizados) ponga cara de circunstancia y se acerque a paso lento para darte la mala noticia, te la vas a bancar como un hombre. Nada de mariconear, nada de pedir revisión, nada de nada. No te quiero ver intentar llorarle con esa excusa boba de que te recibís. Si hubieses boludeado menos con la Play y le hubieses dedicado el tiempo merecido no estarías pasando por esta situación. No me vengas con que sos un pelotudo porque ya lo sabemos, así que sonreíle con cara de “acá no ha pasado nada” y decile como si no te importara nada “que lástima, nos veremos en la próxima”. Media vuelta y a la calle.
No vas a tener tiempo para el bajón. A lo sumo a la noche te pedís un kilo de helado y te lo bajás mirando una de las películas del canal SPACE, pero en este momento no hay tiempo para bajonearla porque todos están esperando la noticia.
No me acuerdo bien quién era el autor que decía que para que una mentira sea creíble, tiene que tener algún dato de verdad, entonces vas a sacar el celular del bolsillo, vas a entrar a Facebook y vas a escribir (todo en mayúscula): LICENCIADO, LA CONCHA DE TU MADRE. Licenciado, la mentira. La concha de tu madre, lo que dicta tu corazón en estos momentos; la verdad.

Vas a agradecer cada una de las felicitaciones (porque una cosa es que vos seas infeliz por irresponsable y otra que pongas triste al resto de la gente que te quiere por pelotudo) y te vas a preparar para lo que todos están esperando: La tirada de huevos. Sonreí y disfrutalo como si de verdad te estuvieses recibiendo, porque cuando en tres meses vuelvas a rendir y lo des bien, no se lo vas a poder contar a nadie.

1 comentario:

  1. Ahora vas a tener que subir foto de la libreta porque ninguno de nosotros te va a creer

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